El hedonismo de Onfray
La propuesta de una filosofía del placer que ofrezca una erótica alternativa a la del ideal ascético –de renuncia y culpa-, la propuesta de un materialismo hedonista que nos reconcilie con nuestro pesado cuerpo –educado, constreñido, alienado, pecaminoso- tiene nombre de filósofo francés: Michel Onfray. En una época en la que “el funcionamiento social pretende reducir los cuerpos a puros instrumentos del trabajo productivo”, Onfray nos invita a ejercer un dominio pleno sobre lo que, finalmente, es lo único que poseemos del todo.
En Teoría del cuerpo enamorado Onfray argumenta a favor de un Eros ligero y libre de implicaciones negativas, rescata una sexualidad que Occidente –hija del platonismo- ha vilipendiado constantemente. Occidente ha asociado al deseo con la falta y a la pareja con la plenitud, el ser solitario es deficitario, estéril. Así, para recobrarnos en lo que somos, es necesario aprender a desasociar esta ideología y recobrar el placer y su realización como aspectos vitales de la libertad. La terapia materialista de Onfray, lejos de ofrecer un libertinaje de uso y usufructo, propone una moral de la ternura, del cuidado del otro bajo la premisa de la igualdad (“El otro no es un pedazo, un fragmento incompleto, sino una totalidad, una entidad integral”), rechazo del poder de uno sobre el otro, superación de la misoginia. Pero se opone a la fusión, a la pérdida de identidad en la relación amorosa o sexuada.
Hoy, en un México polemizado por la píldora del día siguiente, quizá el mensaje de Onfray nos azuce, somos soberanos de nuestro cuerpo, y podemos someterlo a una dietética de las pasiones que nos permita un trato apaciguado con el mundo, sin llegar a pagar demasiado por el ejercicio de la voluptuosidad y sin llegar tampoco a aniquilar el ejercicio de la libertad. “Teoría del cuerpo enamorado” devela el desprecio del placer por las grandes tradiciones occidentales y refresca las lecciones de Epicuro, Demócrito, Plinio y Horacio con vistas a entregarnos una erótica alternativa, donde la naturaleza de la existencia viene cifrada en términos de goce, libertad, autonomía, deseo y vida. Podemos estar de acuerdo o no con esta reformulación del hedonismo, pero lo que el texto de Onfray obsequia más allá de las posturas religiosas o sociales del lector es la amorosa disposición de la filosofía para orientarnos siempre en la difícil tarea del buen vivir.
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