Argos
Argos fue mi chucho. Mestizo, con retazos de chow chow aquí y allá. Huraño, poco dado a manifestaciones de afecto, veleidoso, cancerbero implacable.
Buen guardián, como si hubiera leído en la República de Platón que debía ser ligero, combativo y naturalmente filósofo (feroz con lo extraño y amable con lo familiar, entrañando asombrosamente dos cualidades opuestas).
Fue un cachorro de no-demasiada-compañía, luego un chucho “sin más intimidad que la precisa.” Lloraba por una sola razón: thunder and lightning. Tenía 14 o 15 años, perdí la cuenta. Nunca conseguí domesticarlo del todo, en cambio, el chucho me domesticó por completo.
Cierto, Argos nunca llegó a tener actitudes proposicionales (propotitional attitudes) -creencias, deseos, intenciones- como se lo exigía Donald Davidson para considerarlo “animal racional.” Sin lenguaje, su patrón de conducta no era complejo, no arrastraba esa red de relaciones necesaria para pensar. Pero… me da la gana atribuirle cierto pensamiento intraducible, así como a otros les da la gana un dios incognoscible.
Lo nombré Argos en honor al original perro homérico, el que envejecido, esperaba el regreso de Ulises. Ese pasaje de la Odisea es conmovedor (canto XVII), el chucho no sólo no olvida, sino que distingue a Ulises pese al disfraz que Palas Atenea le fabrica. Asombra la espera, pero también la capacidad de recordación de Argos (ese recordari latino, unión de re y cordis, Ulises de nuevo pasa por su corazón). Reconoce al “irreconocible” ¿pero qué rasgo, qué esencia o accidente pudo identificar Argos? Aconsejado por la diosa, Ulises renunció a su piel, a su rubia melena, a sus hermosos ojos. ¿Cómo pudo saber el chucho que bajo ese artificio se escondía Ulises? El viejo chucho mueve la cola, lo saluda de lejos, deja caer las orejas, y muere.
Argos lengua negra.
Los años y el cáncer, la jeringa eutanásica de S.
Mi perro ha muerto, escribió Neruda, “Ahora él ya se fue con su pelaje, su mala educación, su nariz fría.”
5 Comments:
Hermoso obituario para un perro sin dogal.
Mis respetos, Nadia.
Y yo me iré,y se quedarán los pájaros cantando... (dice Juan Ramón)
Qué bueno que su Argos tuvo quien le cantara!!!
Me cuidaré de no escribir sobre moscas o caracoles (ya lo hizo bien Monterroso con las primeras y soberbiamente bien Valéry con los segundos), pero no pude contra el chucho.
es el viaje definitivo, jrj ...Argos, como todos nosotros, bien podría suscribir al menos un verso...
Bonito nombre para un compañero. Después de leerte, todos le echamos de menos, a nuestra manera. Conmovedor.
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