25.1.06

Lengua e identidad: los lingüistas hablan

Cuando se acercaba el Tercer Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), en noviembre de 2004, realicé varias entrevistas que resultaron especialmente valiosas por la calidad de las respuestas que los lingüistas dieron a mis preguntas desmañadas. Quisiera dejarlas aquí -sin editar- por la claridad con la que ellos (a)bordan temas como la identidad lingüística, el bilingüismo, la guerra cultural entre las lenguas y la globalización.

Tres estudiosos de la lengua fueron interpelados:
Rainer Enrique Hamel (doctor en Lingüística por la Universidad de Frankfurt y miembro de la Academia Mexicana de Ciencia, participó tanto en el CILE como en el contra-Congreso de laS lenguaS)

Ángel López (catedrático de Lingüística General de la Universidad de Valencia y director del Instituto Valenciano de Lenguas y Culturas Amerindias, ponente también en la primer sesión plenaria del CILE)

Anna María D’Amore (académica de la Universidad Autónoma de Zacatecas y especialista en el tema del bilingüismo y el spanglish)

.Pregunta ¿Qué expectativas lo acompañan en este tercer Congreso Internacional de la Lengua Española?

REH:
Confieso, en primer lugar, que me sorprendió la invitación a este congreso ya que, si bien soy hispanista de formación, estoy trabajando más bien en el campo de la sociolingüística en torno al bi- y multilingüismo, los conflictos lingüísticos, las lenguas indígenas, las políticas del lenguaje y la globalización. Por esa razón, no me siento realmente parte del hispanismo tradicional, organizado en torno a la Real Academia Española y sus Academias correspondientes en nuestros países hispanoamericanos. Voy a este congreso no tanto para hablar, a difundir un mensaje, sino a escuchar; voy como etnógrafo a quien le interesa observar con mirada antropológica cómo se comporta esta “tribu”, ese gremio de los hispanistas oficiales, de rango, los escritores, editores y otros actores en la escena del español.

AL:
Dicen que a la tercera va la vencida. El primer congreso, en Zacatecas, fue el de la fundación: se recogía un legado decimonónico y por primera vez se proyectaba hacia el siglo XXI la necesidad de unificar esfuerzos para hacer de la comunidad hispanohablante una fuerza capaz de influir en el mundo. El segundo, en Valladolid, fue el de la divulgación por cuanto sustrajo esta convicción del reducido ámbito de los escritores y de los profesores para hacerla llegar hasta los círculos mediáticos y empresariales. Este tercer congreso aspira a ser el de la ideología: confío en que los hispanohablantes salgamos del mismo con la conciencia de que hablar español es algo más que poseer un instrumento poderoso: conlleva, además, una obligación que contraemos ante la sociedad global. Mi esperanza es que logremos desentrañar entre todos la naturaleza exacta de dicha ideología.

Pregunta ¿Qué conclusiones se esperan de un Congreso que gira en torno al tema de la identidad lingüística en un mundo globalizado?

REH:
El Tercer CILE es un congreso muy sui generis, como ya lo fueron el primero en Zacatecas y luego el de Valladolid. Lo más cercano serían los regulares “Sommets de la Francophonie”, eventos políticos que reúnen a los países miembros, sus instituciones e intelectuales, hoy día en la defensa del francés frente a la amenaza de la globalización del inglés. Habrá uno, casualmente, en la misma semana del CILE en una ex-colonia francesa, Burkina Faso. El CILE no es, desde luego, un congreso científico que reúna a los lingüistas expertos para comunicar entre ellos los últimos resultados, quizás muy técnicos, de sus investigaciones. Es un congreso político “hacia fuera” que pretende hacer política del lenguaje, posicionar a sus actores, y fortalecer el papel del español en el escenario internacional. Y detrás de todo está el propósito de España de reestablecer su hegemonía en Hispanoamérica en todos los campos; por ello participa Su Majestad el Rey como principal actor del congreso; sin duda le robará cámara a Kirchner y Fox. Junto a la adquisición de los principales bancos, empresas telefónicas y editoriales en América Latina por parte de consorcios españoles, hay un avance significativo en las definiciones y el control de las políticas del lenguaje en torno al español – “rehispanización” llama García Canclini este proceso, de manera muy cuidadosa. Se trata más bien de una re-españolización, que otros críticos llaman proyecto neo-colonial. Los Institutos de Cultura de España en los países hispanos y el Instituto Cervantes (IC) en los demás países juegan un papel clave en este proceso. Fundado en 1991 sobre el modelo del Instituto Goethe, el IC desarrolla una política muy dinámica para controlar cada vez más la enseñanza del español, la certificación de su dominio y la formación de profesores en el mundo. Frente a la total ausencia de una política lingüística exterior de nuestros países no nos puede sorprender que el Instituto Cervantes ocupe mercados estratégicos. Ha dirigido sus principales inversiones en los últimos años a Estados Unidos y Brasil, los dos mercados de mayor expansión en la enseñanza del español. Y de los proveedores naturales para estos mercados, México y Argentina, respectivamente, se escucha muy poco, permanecen – casi – autoexcluidos. Como otro botón de muestra, el Instituto Cervantes de Munich organizó en este año un magnífico programa de varios meses sobre las “Identidades mexicanas”, con expositores de la talla de Carlos Monsiváis, Jorge Volpi y Juan Villoro, las mejores películas mexicanas del pasado y presente, voces críticas y de vanguardia, exposiciones de alta calidad. México no podría estar mejor representado. Sin embargo, en ningún momento el IC explica por qué es España, y no una institución mexicana, la que representa a la cultural mexicana en Alemania. Lo mismo sucede en octubre y noviembre con el tema “Argentina hoy”. La hegemonía se practica, no se explica. El Instituto Cervantes, como expresión directa de la política del gobierno español, representa hoy en el mundo la política de la Hispanofonía - término que habrá que inventar porque no existe – en su conjunto, en sus múltiples culturas y facetas como una gran unidad, bajo el liderazgo de España y basado en una política de diversidad piramidal. Ya no intenta exportar, como en sus primeros años, el español con la “zeta”. Admite la diversidad del español – conste, no del “castellano” que es la lengua oficial de España según la Constitución española - en sus variedades estándar nacionales, las normas “cultas”, como suelen llamarlas nuestros filólogos hispanistas, siempre bajo el manto de la gran unidad que refuerzan la Real Academia Española y sus Academias correspondientes en nuestro continente. Por supuesto, el Instituto Cervantes realiza una magnífica labor de enseñanza del español y difusión de la cultura española e hispanoamericana, contribuyendo así al fortalecimiento y reconocimiento del español en el mundo. Y los países hispanoamericanos, ya lejos de su rebeldía decimonónica, se suman a estos esfuerzos desde posiciones subalternas o simplemente no hacen nada.

Por lo tanto, las conclusiones no son lo más importante en este congreso; si las habrá, serán más bien previsibles: que el español es una de las lenguas más vigorosas, más importantes del mundo, con el mismo número de hablantes nativos que el inglés; con gran tradición literaria, que guarda una unidad lingüística sorprendente, envidiada por las otras grandes lenguas internacionales, pero…. se ve hoy en día amenazado por el inglés y la globalización. Por lo tanto, hay que cerrar filas, sin perder de vista la diversidad, la coexistencia con otras lenguas, etc.

AL:
Tengo alguna sospecha de por dónde podrían ir los tiros: el español ha desarrollado, en sus cinco siglos de existencia como lengua intercontinental, la capacidad de servir de fermento a una sociedad mestiza; hoy, en plena aldea global, la ideología del mestizaje necesita acomodarse a la nueva situación del mundo. Naturalmente, no quiero prejuzgar las conclusiones a las que se llegará, pero me parece obvio que sólo pueden ir en la línea de hacer extensivo lo que fue una ideología centrípeta, para nosotros, hasta una ideología centrífuga, para los demás también.

Pregunta ¿Considera que sigue vigente la intensa relación entre lengua e identidad, considerando, por ejemplo, que el inglés ha dejado de ser una lengua nacional, representativa de la élite blanca anglosajona y es ahora patrimonio de muchas razas y culturas mestizas?

REH:
Aunque la identidad en los tiempos de la globalización tenga múltiples referentes, la relación entre lengua e identidad es quizás más relevante que nunca, y esto por varias razones. Por un lado, porque las identidades nacionales se están fragmentando cada vez más con el debilitamiento de los estados nacionales. Resurge un fenómeno que se creía superado: la revitalización de dialectos regionales y sociales históricamente desprestigiados, como también de lenguas indígenas, justamente porque ofrecen un referente identitario y un eficaz medio de comunicación que las distantes lenguas nacionales, con sus normas “cultas”, no les pueden brindar a esta población. En este sentido, no es el inglés en abstracto el referente, mucho menos el patrimonio, de otras razas y culturas. Un fenómeno interesante reside en el hecho, muy bien estudiado, que el “Black English” en Estados Unidos se ha ido distanciando cada vez más del inglés estándar americano en los últimos decenios, de modo que ahora constituyen dos variedades que ya no son mutuamente comprensibles. Este proceso refleja una creciente ruptura cultural, social y de valores entre la América blanca y la negra; a tal grado que, cuando en los años noventa el condado de Oakland en California declaró oficialmente que el Ebonics (metáfora para el inglés de los afro-americanos) constituía una lengua, no un dialecto, que había que estudiar en la escuela como una lengua más, se levantó una tormenta de debates en todos los Estados Unidos, con voces apasionadas a favor y en contra. Este fenómeno revela la profunda crisis de la identidad estadounidense en torno a valores supuestamente comunes, que ni la reelección de Bush puede ocultar; como también la creciente estabilización del español en los EEUU, que la derecha, en voz de Samuel Huntington y otros, combate a muerte.

AL:
En efecto, la relación entre lengua e identidad ha cambiado, ya no es la idea decimonónica y romántica de la lengua como espíritu de una nación. Pero lo que no puedo aceptar es que la razón del cambio estribe en que el inglés ha llegado a ser patrimonio de muchas razas y culturas mestizas. Esto, en efecto, es así, pero se trata de un fenómeno moderno, consolidado sólo desde la independencia de la India y de las colonias británicas de África. Por el contrario, el tratarse de una lengua multirracial fue precisamente la característica diferencial del español durante toda la edad moderna, característica que en los siglos XVIII y XIX escandalizaba a los espíritus anglosajones bienpensantes y que tuvo que ser reivindicada contra viento y marea por Vasconcelos y por sus epígonos del Ateneo de la Juventud mexicano. A menudo sucede que necesitamos el espejo, en este caso el espejo anglosajón, para que, al devolvernos nuestra imagen, lleguemos de verdad a ser conscientes de ella. Sin embargo, no hay que olvidar que la imagen es nuestra, no nace en el espejo. Un individuo y una sociedad están hechos de muchos lazos y más en la época actual. No obstante, la lengua suministra un fondo íntimo que, si bien puede ser disimulado -sólo eso- por ciertas personas, es aplastantemente definitorio en el caso de la sociedad. Lo único que ha cambiado es el punto de vista de los lingüistas sobre este asunto: hoy pensamos que no es que la lengua construya de forma determinista la sociedad, más bien la refleja, es su producto más entrañable.

AMD:
Por supuesto que sigue vigente la relación entre lengua e identidad. Lo que sí considero importante señalar es que para la mayor parte de los habitantes del mundo su identidad está relacionada con más de una sola lengua. En todo el mundo han coexistido lenguas desde antes de la formación de las naciones modernas y la supervivencia de lenguas minoritarias como el vasco y variedades de celta en Europa y de lenguas indígenas en todos los continentes es testimonio. Hoy en día sería difícil identificar un país monolingüe o monocultural; cada conquista o movimiento migratorio ha dejado su huella, así como fronteras cambiantes a través de los siglos.

En la mayoría de los casos se puede hablar de una lengua íntima, usada en el dominio de la familia y otros espacios ‘privados’ y tradicionales, por ejemplo, en el ejercicio de la creencia religiosa, y otra que es la lengua ‘oficial’, que es la cotidiana, fuera del seno familiar. Tal sería el caso no sólo de los migrantes, sino también de los muchos países donde la lengua oficial o incluso una lengua franca sirve para la comunicación en general, pero no en casa. En el caso de los judíos, por ejemplo, el hebreo mantiene funciones rituales muy importantes vinculadas con la identidad judía, aunque fuera de Israel, no suele ser hablada como lengua materna. No siempre está tan clara la división entre cuando se usa una lengua y otra y es frecuente en muchas comunidades que haya ‘cambios de código’, esto es, que se usan dos o más lenguas en una sola conversación.

En cuanto al inglés, en primer lugar, no creo que haya dejado de ser lengua nacional; ha adquirido las funciones adicionales que han tenido otras lenguas internacionales en otros momentos como el latín o el árabe. El inglés es la lengua nacional en el Reino Unido, Australia, y Canadá por nombrar unos de los países más grandes anglófonos. La literatura y folclor en lengua inglesa es una parte entrañable de la identidad para las personas cuya primera lengua es la inglesa e incluso para muchos de aquellos para quien es la segunda. Por supuesto que el inglés es ahora patrimonio de muchas razas y culturas mestizas. Gran parte de la literatura en inglés no se escribe ni por ingleses ni por estadounidenses, sin embargo, para escritores como Salman Rushdie y V.S Naipaul, la lengua inglesa es evidentemente una parte integral de su identidad, de la misma manera que lo es para escritores chicanos, como Sandra Cisneros. El hecho de que a la vez hablen otra lengua no quita la aportación del inglés a su identidad.

El inglés es una lengua global, hablada como segunda lengua por aproximadamente 400 millones de hablantes, cifra comparable con la de hablantes de inglés como lengua materna, pero rebasada por la que representa a los que lo hablan como lengua extranjera. Tiene numerosas funciones. En la India, por ejemplo, la complejidad lingüística ha resultado en el uso del inglés como una de las lenguas oficiales, entre las muchas lenguas habladas en ese país que sí están más fuertemente vinculadas con una identidad cultural. Como estas identidades a menudo entran en conflicto, el inglés puede considerarse como una lengua neutral, dado que no es la lengua materna sino para una pequeña minoría, así que tiene funciones prácticas, pragmáticas, y hasta conciliadoras
.

Pregunta ¿Qué influencia tiene la llamada globalización sobre las identidades lingüísticas y las lenguas?

REH:
Hasta ahora no sabemos muy bien lo que es la globalización, menos sus consecuencias en todos los ámbitos a mediano plazo. Significa, por lo menos, una mayor conectividad en todos los planos, bajo una hegemonía creciente, aunque contestada, de los países imperiales centrales, de sus grandes consocios multinacionales, sus culturales y lenguas. En buena medida, presenciamos una US-Americanización del mundo, pero también una hispanización y “chinización” de los EEUU y Canadá, una arabización de España y Francia. Esto se refleja en la dinámica de las lenguas. Sabemos que, si las tendencias de desplazamiento actual continúan, a finales del siglo XXI habrá desaparecido entre el 60 y el 90 por ciento de las lenguas del mundo. Cada dos semanas muere una lengua. Al mismo tiempo, el inglés ocupa hoy un papel de lengua hegemónica como nunca antes una lengua en el mundo, lo que afecta, en primer lugar, los espacios tradicionales de otras lenguas internacionales. También por esta razón se están movilizando la Francofonía y la Hispanofonía. La cuestión de las identidades lingüísticas se torna más compleja. Así como la heterogeneidad es constitutiva de toda lengua viva y no un fenómeno molesto, pero marginal, hoy en día el objeto de estudio de la identidad frente a la alteridad, como la concebía tradicionalmente la antropología, se está desplazando. Debemos concebir la heterogeneidad o la hibridación multicultural, para usar un término de García Canclini, como eje de la construcción de las identidades. “Nuestra lengua materna es el bilingüismo”, afirman muchos chicanos. De ahí surgen concepciones, mitos y referentes que trascienden una lengua específica, se asientan en los espacios discursivos del multilingüismo y de la interculturalidad. Sin este contexto más complejo, resultaría contradictorio que el legendario Aztlán, cuna de la cultura azteca, opere como referente mítico importante en la cultura chicana, identificada con “su” español chicano, lengua que en última instancia destruyó Aztlán.

AL:
La globalización ha creado una falsa expectativa universalista, una expectativa racional que carece de contrapartidas cognitivas. Los seres humanos del siglo XXI sentimos que necesitamos disponer de instrumentos de comunicación de alcance universal y nos resentimos de las carencias de nuestra lengua materna, sobre todo si es una lengua minoritaria. Pero ello no le resta a la lengua un ápice de capacidad conformadora de nuestra conciencia. Se puede renunciar a la sociedad agrícola tradicional y pasar en una generación de la edad antigua al siglo XXI, pero la generación de nuestros abuelos y la nuestra percibe el mundo a través de la misma lengua y, por lo tanto, lo percibe en términos muy parecidos.

AMD:
Creo que los medios masivos aceleran los cambios que siempre se han dado en las identidades lingüísticas y las lenguas. Si antes el cambio lingüístico era más tardado, ahora, gracias al cine, la televisión y el Internet, las innovaciones viajan y se adoptan a un paso muy acelerado. El proceso del influjo a las lenguas y culturas europeas de las lenguas y culturas de América (chocolate, papa, tabaco etc.) fue más tardado; ahora de un día para otro nos venden hábitos y palabras nuevos.

Ahora parece inundación de novedades y se teme por la integridad de culturas autóctonas que están amenazadas por las fuerzas del mal de Hollywood y de las caricaturas japonesas. Pero ¿dónde están las culturas ‘puras’? ¿Quién se acuerda que el pijama es hindú y que yogur es una palabra turca? ¿Quien se preocupa por la influencia de la pizza, comida italiana hecha con el jitomate de origen americano? ¿Por qué tocan los huicholes el violín? ¿Qué sería de las charreadas mexicanas sin el caballo? Las limpias se hacen con pirul, pero ¿quién se preocupa por el hecho de que ese árbol no es nativo de México? ¿Y los tacos de cochinita? Al otro lado del atlántico, es difícil pensar en algo más inglés que el té, pero ¿acaso creen que es un arbusto que se cultiva en Inglaterra y que tomar la infusión es una tradición milenaria inglesa? La música también tiene sus fusiones e invenciones, por ejemplo, la salsa se inventa en Nueva York hace pocas décadas.
Sí, van cambiando las culturas y las lenguas. Creo que el problema es que antes era un proceso más largo, perceptible solo a través de las generaciones y ahora lo notamos inmediatamente y nos sentimos atacados. No veo porque sentirse atacados por palabras ni comida ni música. Parece ser que ser cosmopolita ha pasado de moda a favor de la xenofobia defensiva
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Pregunta ¿Qué opinión le merece el fenómeno de las lenguas mixtas o criollas, nacidas del contacto entre lenguas como el caso del Spanglish?

REH:
Todas las lenguas que conocemos surgieron de mutaciones de lenguas anteriores, casi siempre en contacto con otras lenguas. Lo que hoy se llama lenguas criollas remite a idiomas que se formaron con bastante rapidez en la época colonial con base en lenguas europeas y lenguas locales o inmigrantes como sustrato. Las más conocidas son el créole haitiano, creole jamaiquino y otras del Caribe. Tienen como base una lengua europea y varias lenguas africanas habladas por los esclavos. Los criollos nacen de formas anteriores bastante rudimentarias, los pidgins, cuando se transforman en la lengua materna de un grupo. Por esa razón, el así llamado Spanglish es más bien un pidgin. Hubo un debate, acaso el habla chicana, con su literatura, teatro y gran vitalidad en la comunicación cotidiana, se estaba transformando en una nueva lengua. Los argumentos que niegan esta posibilidad sostienen que los criollos clásicos se formaron en un contexto de gran aislamiento de sus hablantes, los esclavos, mientras que los chicanos o hispanos actuales en los EEUU se ven bombardeados constantemente por versiones estándares de las dos lenguas, el inglés y el español, a través de los medio de comunicación, la educación y otras instituciones. Sin duda, en el contacto entre las diversas variedades del español habladas en los EEUU y el inglés se reflejan procesos dinámicos que hacen prever el surgimiento de una nueva variedad del español US-americano, cuya estabilización dependerá de una serie de factores socio-culturales y políticos difíciles de prever.

AL:
Debo advertir que el spanglish no es un criollo, es un piyin, esto es, constituye la primera fase en el desarrollo de una lengua mixta, la cual puede llegar a ser o no hacerlo nunca. En el caso del spanglish, tengo la impresión de que dicho piyin no irá adelante porque los criollos históricos se han desarrollado siempre con la pérdida de una de las dos lenguas que los constituyeron -el ewe de Togo en el créole de Haití, p.ej.- y este no será el caso ni del inglés ni del español. En cuanto al fenómeno de los criollos en sí, me interesa como lingüista y me apasiona como ser humano: representan una solución imaginativa que demuestra hasta qué punto los humanos no estamos constreñidos por las limitaciones del medio. En cualquier caso, querría destacar que los criollos no son rarezas lingüísticas, como se suele creer: hay buenas razones para suponer que el inglés es una lengua criolla anglorrománica desarrollada en la época de la invasión normanda de Gran Bretaña y que el propio español también es una lengua criolla, de base latina y adstrato vascónico, surgida en el Alto Ebro.

AMD:
Al hablar de las lenguas mixtas, creo que es bueno tener en mente el hecho de que las mayoría de, si no es que todas, las lenguas estándares actuales son mezclas en sus orígenes. El inglés y el español no son la excepción. Hace unos siglos el castellano era un dialecto sin prestigio, considerado inferior a otras variedades que se hablaban en la península ibérica. De igual manera, el inglés era la lengua hablada por los pobres incultos, mientras la élite gobernante imponía el francés como lengua oficial. Las cosas cambian y una lengua ‘bastarda’ puede llegar a ser la lengua oficial, una lengua culta y prestigiosa.

El spanglish es un fenómeno lingüístico difícil de describir; yo diría que más bien es el nombre que se da a un conjunto de fenómenos, desde los cambios de código de los bilingües – en una conversación mezclan inglés y español – a variedades de español anglicadas e inglés hispanizadas, como son el español chicano y el inglés puertorriqueño. Aunque en la actualidad estas formas de habla (y de escritura) son mal vistas, hay que recordar que es hasta hace poco que la Real Academia Española reconoce como valido el español de México y de otras países latinoamericanos que tienen su norma culta distinta de la norma castellana de España.

Son pocas las variedades pidgins y criollas surgidas a raíz del colonialismo europeo entre 1500 y 1900 que han alcanzado un estatus prestigioso. Un caso excepcional es el del Tok Pisin que ahora tiene el estatus de lengua oficial en Papua Nueva Guinea. Sin embargo, es factible que con el tiempo otras lenguas híbridas también evolucionen en lo lingüístico y en la aceptación, aunque probablemente como secuela del crecimiento económico y político de las naciones donde se hablan.

En síntesis, las lenguas mixtas se dan en cualquier lugar donde hay lenguas en contacto; esto es, en todo el mundo. No creo que debamos considerarnos superiores simplemente porque desconocemos el origen y la evolución de nuestra propia lengua. Es como decir que el español es un hijo bastardo y mal hablado del latín mezclado con el árabe y por eso no vale
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Pregunta ¿Es el bilingüismo una ventaja o una amenaza?

REH:
Uno de los grandes mitos de Occidente instala el monolingüismo como ideal y como estado deseable, la culminación de la humanidad. La destrucción de la Torre de Babel, con la que arranca el multilingüismo, significa un castigo de Dios. Esta ideología sumamente poderosa, complementada posteriormente con el modelo de estado-nación homogéneo, ha llevado a las políticas de asimilación y aniquilamiento de lenguas indígenas de los grandes imperios coloniales. Este “linguocidio”, para usar un término en boga, continúa en la actualidad. Un componente de este constructo, que ha penetrado las cabezas de muchos padres de familia indígenas o migrantes, afirma que el bilingüismo es nocivo, que afecta negativamente el desarrollo cognitivo de los niños; para aprender bien la lengua nacional, hay que reprimir y olvidar la lengua materna. Todas estas creencias se han comprobado como científicamente falsas. Un niño puede aprender dos, tres o más lenguas a la vez o en forma consecutiva, sin consecuencias negativas para su desarrollo intelectual y afectivo. Por el contrario, el contacto bien llevado con varias lenguas fomenta el crecimiento cognitivo, como lo han demostrado numerosos estudios. Es la forma normal de socialización primaria en muchas partes del mundo, donde el monolingüismo es considerado como una desventaja comunicativa. Lejos de constituir una amenaza, el bilingüismo, tanto a nivel individual como de la sociedad, implica un enorme enriquecimiento intelectual, afectivo, comunicativo y profesional.

AL:
En el ámbito de la cultura pasa como en el mundo natural. Las especies que no son capaces de incorporar variaciones beneficiosas a su genoma acaban por extinguirse; las culturas incapaces de hibridación se agostan irremediablemente. Con las lenguas sucede lo mismo y la fuente de las innovaciones es siempre el bilingüismo
Soy un decidido partidario de la educación bilingüe -yo mismo soy bilingüe-, pero ello no me hace pensar que el mundo del bilingüismo sea fácil ni de color de rosa. Las sociedades hispánicas tenemos una larga historia de conflictos, de pérdida de lenguas y de injusticias en relación con este tema. Sin embargo también hay que decir que los países de América Latina representan una excepción entre todos los países surgidos de antiguas colonias europeas por lo que respecta a la preservación de las lenguas y de las culturas indígenas. Y la misma España constituye, desde la Constitución de 1978, un caso singular entre los estados de la Unión Europea por el reconocimiento de los derechos de las lenguas minoritarias. Nuestro problema como hispanohablantes bilingües consiste en saber hacer compatible nuestra fidelidad a una lengua materna minoritaria (que en América suele ser una lengua amerindia) con el pleno dominio del español, que representa nuestro único anclaje sólido en la sociedad de la aldea global.

AMD:
Dos terceras partes de los niños del mundo crecen en un ambiente bilingüe, así que diría que el bilingüismo es una realidad para la mayoría – ni ventaja ni amenaza, simplemente es. En lo personal creo que el bilingüismo es una gran ventaja para el bilingüe. Los niños bilingües asimilan la sinonimia (que dos o más palabras pueden usarse para expresar un concepto igual o parecido) y la polisemia (que una misma palabra puede tener varios significados) más rápido que los monolingües. El vivir simultáneamente en dos culturas amplia los horizontes, abre los ojos al hecho de que no hay una sola forma de expresarse, de hacer las cosas. Estar conciente de la diversidad puede hacer más respetuosos hacia el otro.

Tal vez es percibido como una amenaza para monolingües que piensan que ellos son los poseedores de la verdad, que la suya es la única forma correcta de vivir y pensar. Para los que pensamos que no existe una sola forma de percibir al mundo, el bilingüismo y el multilingüismo nos dan la prueba de ello.

Pregunta ¿Podrían conciliarse alguna vez las posturas de “not only English” o “English is not enough” que favorecen la diversidad lingüística, con aquella otra de “Only English”, sostenida por el teórico de Harvard Samuel Huntington y otras organizaciones, que argumentan que el monolingüismo está en la base de una cultura común y por ello el avance del español supone una transformación irremediable y negativa de las instituciones, la política y la identidad americanas?

REH:
Estas posturas son irreconciliables. En los Estados Unidos de América se ha desatado una lucha feroz por la definición de la nación y por quienes tendrán la hegemonía en ella. El dominio de la clase blanca, los WASPs (white Anglo Saxon protestants), está en peligro. Cuando la sociedad dominante en los EEUU perdió su proverbial capacidad de asimilación en su mítico melting pot – que nunca fue realmente lo que la metáfora sugiere – se desataron las fuerzas de la derecha tradicional, muchas veces representadas, irónicamente, por inmigrantes de primera o segunda generación como el chicano Richard Rodríguez con su libro “Hunger of memory” o el senador Hawakaya, fundador del movimiento “English only”, para reestablecer las dinámicas de la asimilación por todos los medios. Sin embargo, esta asimilación ya no funciona como antes, y la sociedad en su conjunto se está encaminando hacia una creciente multiculturalidad que no permite regresar al estatus quo ante. Todas las políticas actuales que prohíben, en un número creciente de Estados de la Unión, la educación bilingüe de enriquecimiento, el uso de otras lenguas en instituciones públicas, etc., tienen ese propósito. Samuel Huntington, como representante de la extrema derecha, tiene razón desde su punto de vista. Pide para EEUU lo que José Vasconcelos y muchos otros han impulsado en México: la homogeneización del país en torno a una lengua y una raza. Pero va un paso más allá. En el fondo, considera a las “civilizaciones” como entes estáticos, basados en razas que son, por lo tanto, irreconciliables. En su último bestseller, “Who are we? The Challenges to America's National Identity”, Huntington sostiene, con muchos datos y argumentos bastante débiles, que los hispanos en los EEUU son una amenaza para la identidad y la integridad futura del país, porque no se asimilan. Hay que agradecerle que reconoce de antemano la derrota de su posición, cuando muchos investigadores con visiones más diferenciadas siguen dudado acaso los latinos no se asimilan y abandonan su lengua en la segunda o tercera generación. Su libro está basado en gran medida en una argumentación lingüística, y esto por una simple razón: Referirse directamente a las razas como causales de los conflictos o la resistencia a la asimilación constituye un delito en los EEUU, y Huntington sería inmediatamente demandado y muy probablemente condenado. El racismo aparece de manera velada, en la superficie aboga por una “sociedad no racial compuesta por individuos multirraciales”.
Paradójicamente, los Estados Unidos de la “progresiva desintegración”, según Huntington, se están transformando en un país crecientemente monolingüe en su población anglosajona. El 65 % de los conocimientos de lenguas extranjeras proviene de las llamadas “lenguas de herencia”, es decir, del conocimiento que tienen los inmigrantes y sus descendientes de sus lenguas ancestrales; sólo un tercio se debe a un aprendizaje nuevo. Los EEUU son el único país de la OCDE sin enseñanza obligatoria de por lo menos una lengua extranjera en toda la educación pública, aunque varios estados adoptaron algún requisito y la mayoría de las escuelas ofrece cursos optativos en lenguas extranjeras. Es decir, el estado se desentiende de cualquier compromiso obligatorio en la enseñanza de otras lenguas. La inscripción en cursos de lengua extranjera en el nivel universitario se redujo del 16.1 % en 1960 a 7.6 % en 1995. Sólo para el español ha avanzado la demanda, que hoy ocupa más del 50% de los cursos en lenguas extranjeras.
Desde el 11 de septiembre de 2001, el gobierno estadounidense intenta revertir esta tendencia, según nos informa Mary Louise Pratt, anterior presidenta de la Modern Language Association. El Pentágono se transformó en el principal agente de inversión en lenguas extranjeras, gastando cientos de millones de dólares en el reclutamiento, programas de enseñanza y conferencias sobre el tema. Su prioridad son las lenguas árabes y otras del mundo islámico, por obvias razones. Al parecer, Osama Bin Laden se les escapó varias veces porque los servicios estadounidenses no tenían la capacidad de traducir a tiempo las llamadas grabadas de Al Qaeda. Ahora, el Pentágono intenta desesperadamente reclutar y formar a hablantes con un dominio avanzado de estas y otras lenguas. Sin embargo, sabemos que un dominio avanzado implica no sólo un estudio prolongado, sino una vivencia en sus países de habla, un conocimiento de sus costumbres y literatura, lo que lleva casi irremediablemente a una cierta identificación cultural. Y en ese momento los candidatos apropiados se transforman en un riesgo de seguridad. ¿No será que estos hablantes proficientes o descendientes de musulmanes trabajen para los árabes? Los clones que busca el Pentágono tienen que hablar excelentemente bien el árabe y al mismo tiempo odiar a sus hablantes. Vemos cómo el imperio cae en los enredos de sus propias trampas.

Una política lingüística apropiada no puede seguir por estos caminos. Tiene que preocuparse de qué manera los seis mil grupos etnolingüísticos del mundo actual pueden convivir pacíficamente en los espacios de los doscientos estados nacionales existentes. Será cada vez menos posible buscarle un territorio propio, exclusivo a las lenguas, como lo intentaban muchas veces las políticas lingüísticas del pasado. En esta tarea de impulsar una orientación plurilingüe, como sería deseable, los bloques regionales juegan un papel importante. A diferencia del TLC norteamericano, la Unión Europea y el Mercosur, cada uno a su modo y ritmo, promueven políticas de plurilingüismo, junto con otras de circulación de sus poblaciones y una verdadera integración cultural. En el Mercosur, compuesto por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, existe un intenso debate sobre las políticas lingüísticas a seguir en la enseñanza de las lenguas. Según los lingüistas argentinos Elvira Arnoux y Roberto Bein, se enfrenta en su país una posición panamericanista, relacionada con el impulso del ALCA bajo hegemonía estadounidense, que promueve el inglés como principal y quizás única lengua extranjera, a una posición latinoamericanista que privilegia la integración regional en base a sus dos lenguas oficiales, el español y el portugués. De hecho en los años noventa surgió un verdadero “boom”, una enorme demanda por el portugués en Argentina y Uruguay y por el español en Brasil. Estos tres países se proponen introducir la otra lengua en forma masiva en la educación primaria, definiéndolas como lenguas de integración regional, no como lenguas extranjeras. Quedaría espacio para el aprendizaje del inglés y otras lenguas extranjeras en la educación secundaria.

En síntesis, una política lingüística plural en este y en otros contextos nacionales o regionales no podría ceñirse a las tradicionales políticas homogeneizadoras del Estado nacional que se limitaron a estandarizar las lenguas respectivas en sus territorios. Tendrá que sustentarse más bien en un concepto de interculturalidad y de comunicación en espacios heterogéneos. En vez de una política de corte “militarista”, donde territorios se conquistan o se pierden, debería ampliar y potenciar los “espacios discursivos” de las lenguas y crear un plurilingüismo aditivo, donde las lenguas pueden compartir diversos campos.

AL:
Me alegra que me formule esta última pregunta y no deja de sorprenderme que me sugiera que la pase por alto si no me siento aludido (supongo que por ser español). Es verdad que el profesor Huntington ha ofendido a los mexicanos, pero el asunto no compete sólo a México ni mucho menos. Porque, como espero dejar patente en este congreso, sin quererlo Huntington ha puesto el dedo en la llaga: después de convertirse en una koiné de intercambio peninsular durante la Edad Media en España, y de pasar a ser la lengua del mestizaje en América entre los siglos XVI y XIX, en el siglo XX y sobre todo en el XXI la suerte del español pasa a defenderse en un campo de juego diferente, en los EEUU. Es lo que he llamado la tercera frontera del español, la que lo puede convertir en una lengua verdaderamente mundial. Pero Huntington se equivoca en la forma de plantear el debate. La cuestión no es only English or not only English, la cuestión es si el inglés puede ser una lengua global cuando los valores que arrastra consigo son los valores wasp. Entiendo que en el mundo de la aldea global lo que se perfila son tres (o tal vez cuatro) grandes bloques, a la vez idiomáticos e ideológicos, bloques en los que la lengua es tanto un instrumento de comunicación como un medio de socialización. El bloque chino-japonés, el bloque árabe-musulmán y el bloque occidental, fundamentalmente. Pues bien, este bloque occidental, el nuestro, se perfila como un bloque necesariamente bilingüe anglo-hispano, porque la ideología que se asocia al inglés no es una ideología socializadora y dicha vertiente sólo la puede satisfacer el español. De esto hablaré en el congreso, pero quiero decir ya desde aquí que Huntington se equivoca, no porque no representemos un peligro para el antiguo american way of life, que lo representamos, sino porque sin nosotros la conversión de la caduca ideología americana en una visión del mundo global es imposible. Quedo a la espera de que tenga sentido común y nos lo agradezca.

AMD:
Dudo mucho que pueda haber acuerdos. Hay quienes añoran un tiempo no ha existido más que en la historia imaginada. La realidad de los Estados Unidos jamás ha sido ni monolingüe ni monocultural. Los que argumentan lo contrario ignoran su propia historia. Pareciera que algunos anglohablantes quieren olvidarse de la multitud de lenguas indígenas todavía en uso en su país y del hecho de que para muchos nuevomexicanos y tejanos, entre otros grupos de latinos, su lengua española no es resultado de la inmigración a los Estados Unidos, sino vestigio de los tiempos antes de que llegaran anglos a la región, siglos antes de la cesión de los territorios a Estados Unidos en el siglo XIX.

El caso de Puerto Rico es interesante. A pesar de numerosos esfuerzos de Washington de imponer la lengua inglesa como lengua oficial de la isla, eso nunca fue posible, y hasta la fecha proporciones significativas de la población predominantemente hispanohablante hablan poco o nada del inglés.

Para los las clases medias y altas occidentales es deseable ser bilingüe y mandan sus hijos a escuelas bilingües caras para que aprendan francés u otra lengua occidental prestigiosa. Mientras tanto no hay apoyo para que los nativos americanos y los millones de latinos y asiáticos puedan gozar de una educación formal bilingüe con dos lenguas que ya dominan y forman parte de su identidad. El bilingüismo ‘natural’, por así decirlo, tal parece va en contra de la hegemonía de la élite monolingüe. Puedes ser bilingüe si puedes pagar: si no, te queremos suprimir tu otra lengua y cultura.

Actitudes como las de Huntington y otros como él son muy preocupantes. En el nivel menos ofensivo se pueden considerar como ‘terrorismo lingüístico’, como diría Gloria Anzaldúa. Desgraciadamente creo que van más allá de la lengua. En sus artículos Huntington ha intentado sembrar el miedo frente a la ‘invasión’ latina. La lengua es el chivo expiatorio cuando el temor real es él de perder el poder. Esto está en base a consideraciones hasta numéricas: en poco tiempo los latinos serán la minoría más grande, no solamente más grande que la minoría negra, sino también más grande que la ‘blanca’. Ahí está el temor: que los anglos ‘blancos’ se conviertan en minoría cultural y lingüística y de esta manera pierden el control, su hegemonía.