18.8.06

Domesticar


"¿Qué significa domesticar?"... La definición que ofrece el zorro -crear lazos, tener necesidad uno del otro- es con mucho superior a la que registra la Real Academia: Reducir, acostumbrar a la vista y compañía del hombre al animal fiero y salvaje. Domesticar no es jamás reducir, es ampliar las posibilidades del contacto, de la intimidad.

La lección que el zorro dió al Principito es finalmente triste: duele domesticar, duele que nos domestiquen. Pero lo bueno, diría Heidegger, "es dolorosamente bueno" (Die Sprache im Gedicht), es decir, allí donde más profunda es la tristeza, tanto más invocadora la alegría que descansa en su seno. El dolor es mismo juego que templa la alegría a la tristeza, "cuanto mayor es la alegría, tanto más pura es la tristeza que duerme en ella." (Das Wort). Así, ser domesticado y domesticar es el tenso juego de interrelación entre alegría y tristeza, es dolor.

Nos domestican lugares, objetos, libros, personas. Nos domestican nombres, hábitos, ideas.

Tengo necesidad del río, de la calle Juan Álvarez, tengo necesidad de mi taza, de mi edición bilingüe de la poesía de Rimbaud, tengo necesidad de E., de L., de A., de K., de M., de S. Tengo necesidad de café y cigarrillos, tengo necesidad del maquillaje que cubre mis entrañas. Necesito mis apuntes, mi viejo reloj, mi torre árabe, mi catedral barroca.
Posted by Picasa

3 Comments:

Blogger Levnikom said...

Domesticar...
Extraño término, poseído totalmente por connotaciones peyorativas. Hasta leerte, pensaba así sobre este concepto.
Tras leerte, siento decir que sigo haciéndolo, aunque no tan convencido como antes.
Iré por partes... amo refutar, porque en la negación de unx reside la afirmación de la postura de otrx.

Estoy totalmente convencido de que la felicidad y la tristeza se rigen por un mismo valor cambiante, por una especie de... constante. Lo más importante es que esa constante es simétrica: si uno es capaz de sentir (x) en tristeza será capaz de sentir (x) en felicidad. Ya sé, demasiado matemático, pero lo veo como una gráfica; nunca será perfecta, pero podría llegar a ser bastante aproximada.
Además, quien no sea capaz de sentir dolor en la felicidad, y viceversa, estará menos preparado para su propio futuro. Con lo cual, viva Heidegger, estamos de acuerdo.

Por otra parte, volviendo al domesticar...
no me acaba de cuadrar tu percepción. Me explico, no lo tomes a mal, es sólo mi opinión;
El hecho de domesticar, creo, implica una intencionalidad, dirección, y sobre todo, una consciencia propia de que se domestica. Así, cuando escribes que "nos
domestican lugares, objetos, libros, personas. Nos domestican nombres, hábitos, ideas"... no estoy de acuerdo del todo; personas y libros (escritos por personas) pasa, porque en la consciencia reside la intención. Pero lugares, y lo demás... creo que nos influyen por supuesto, pero no nos domestican.

Existe una jerarquía importante entre los conceptos educar, adoctrinar y domesticar. La jerarquía reside en el grado de independencia en las decisiones que puede tomar el sujeto sobre el que se aplican, y en ese orden, en mi opinión, van de mayor a menor, aunque hay más diferencia entre adoctrinar y educar que entre adoctrinar y doomesticar. ¿Me explico?:
Habría un gran escalón entre educar y las otras dos.

Los lazos de los que habla el zorro es mejor anudarlos desde la libertad de querer anudarlos por ambas partes.

(Desde... una gran, gran palabra... implica dirección, y por eso, implica intención; promueve el pasado y el futuro a la vez, y conmueve al presente.)

Otra pregunta...
¿realmente duele domesticar? -creo que esa es una afirmación demasiado inocente. Hermosa por eso mismo, pero quizá poco realista hablando a trazos generales. Sólo echar un vistazo al mundo: la crueldad existe, el ansia de dominación abrasa y arrasa en este neoliberalismo coprófago.

Las necesidades que tienes (la calle Juan Álvarez, tu traducción de Rimbaud...) son probablemente fruto de tu propia inquietud; tú no buscas la intención ni la recompensa por su parte... buscas tu propia satisfacción desde la distancia, desde lo imposible.

Y así debe seguir siendo, porque al posibilitarlas dejarás de necesitarlas, y esa es la lección más dura que yo he aprendido hasta ahora.

Por cierto, no sé si leíste el comentario que te dejé tras tu pregunta. La respuesta, por descontado, es sí.

Saludos mediteráneos! Te sigo leyendo, disfruto haciéndolo.

2:14 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

En francés, en el original, se utiliza la palabra "aprivoiser", (proveer)que no es exactamente "domesticar". "On devienne responsable de ceux qu'on aprivoise", me recuerda la tradición oriental en la que si uno salva a un hombre que iba a suicidarse, está obligado a asegurarle lo necesario para su supervivencia toda la vida.
Saludos cordiales

4:50 p.m.  
Blogger Rodia said...

En efecto, "apprivoiser", con doble P: p de "pathos" y p de "phronesis".

El Trésor online registra varios significados para "apprivoiser", el primero de ellos es "volverse menos salvaje", también "volverse más sociable", "familiarizarse progresivamente con algo y vencer su hostilidad o reticencia", "habituarse", incluso "dominar".

Pero cuando el zorro responde finalmente, tras la triple insistencia del niño, a la pregunta "Qu'est-ce que signifie "apprivoiser" ?" le dice: "créer des liens...", crear lazos...

Es una definición hermosa, que lleva implícita la necesidad de los ritos. La amistad cumple con cierta liturgia. Proveer pero también dar, pedir pero también exigir. Invocar pero también responder.

10:03 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home