Adiós Fontanarrosa
Poco sé de “El Negro”, el padre; conozco mejor al hijo, a Boogie. Era niña cuando entraba en mi casa la revista Proceso; a escondidas buscaba la última página, quizá porque sabía que leer a Boogie y ver tanto cráneo abierto no era una actividad recomendable para una niña. Me gustaba Boogie, no podía caerme mal, me gustaban sus frases lapidarias, su parquedad, su manera de hacer las cosas, me gustaba la desfachatez de sus prejuicios. Boogie llevaba invariablemente un cigarro en la boca, quizá por eso empecé a fumar sin apenas darme cuenta.
2 Comments:
qué te digo?
Me gusta el contenido, me gusta la manera en que lo redactas.
tiene rato que no posteas.
pregunto cómo llegaste tú al mío y si acaso te gustó?
saludos desde el blog que las ve al revés.
Ps. disculpa que no te haya notificado del vínculo.
He puesto un coment en tu post sobre Sánchez Vázquez y me da gusto saber que también te gustaba Boogie. En mi blog posteé sobre Fontanarrosa, también en conmemoración a su muerte.
Saludos.
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