30.9.06

Re-torno

¿Ha cambiado usted alguna vez de residencia? ¿Ha hecho usted las maletas atareado más con las promesas de la ciudad nueva que con los objetos a empacar? ¿Se ha detenido usted en la farola de la esquina, la que nunca había notado, y se ha despedido de ella como si de verdad fuera a extrañarla? ¿Ha pensado que, aunque deseaba por encima de todo “habitar” de una vez por todas un lugar, termina morando siempre en ese tránsito oscuro del “hacia”? Oh, cher ami, somos muchos.

Qué estupidez, prefiero las ciudades desconocidas que se guardan de las miradas extranjeras, idealizo los lugares donde nunca he estado, me enamoro de ríos que ya no existen. Las nuevas ciudades se abren como ofrendas, húmedas, plenas de secretos y de futuros placeres; sin embargo cuando llegas, profanadas ya, se esfuman. Caminas por las calles de Guadalajara sin estar en Guadalajara, te fumas un pitillo en la plaza de Tepechi sin estar en la plaza, compras el periódico en Sevilla sin leerlo en Sevilla, consumes el olor de Cádiz sin olerla, cavilas junto a la basura del Tíber sin tocar Roma.

Me voy, vuelvo, me voy, vuelvo. Cuando no estoy, idealizo. Cuando estoy, miro hacia otra parte… ¿Ha mirado usted hacia otra parte? ¿Ha leído usted a Guy Debord el situacionista?: “En un mundo unificado, no es posible exiliarse.”